Bar Autobuses

04.05.2017

La estación y su bar convivieron durante más de cuarenta años. Por Eduardo Valle Pinedo

Desde siempre, los lugares que servían de punto de salida o de llegada de los autobuses que unían Vitoria con los pueblos alaveses y con capitales cercanas habían estado desperdigados por diferentes zonas de la ciudad. En muchos casos solían ubicarse cerca de conocidos bares o tascas que se convertían en sitio de llegada y de despedida. Pero esa situación no podía continuar. Se hacía necesario concentrar en un solo lugar todo el tráfico de autobuses 'interurbanos', como diríamos hoy. Y así, después de unos cuantos años, se puso en funcionamiento la flamante Estación de Autobuses de Vitoria, en plena calle Francia, en el mismo emplazamiento que ocupó la antigua plaza del mercado de ganado hasta 1947. Un lugar que fue de permanente animación y de acusada idiosincrasia durante muchos años.

El día nueve de enero de 1950 salía el primer autobús de la nueva instalación, a la que se dotó del correspondiente bar para que diera servicio al trasiego de gente que marchaba de nuestra ciudad y que venía a ella. El bar Autobuses ocupaba un lateral de la estación, el que lindaba con la calle Prudencio María Verástegui. Tenía acceso por la calle Francia, donde se hallaban algunas sillas a modo de terraza. También se entraba en él por el vestíbulo de la estación. Concretamente por una puerta flanqueada por dos pequeñas tiendas, una de periódicos y otra de dulces vitorianos, algo que todo viajero se llevaba como recuerdo de su estancia en Vitoria. En su primera década de existencia, hasta 1960, se hizo cargo de la gerencia del establecimiento un veterano hostelero vitoriano, Bernardo Alegría Belacortu, que había despachado con anterioridad en el Bar Alegría, sito en la calle de Postas.

Sus famosas croquetas

A partir de 1960 el bar estuvo regentado Luis Mari Puelles, Entre sus columnas y vigas molduradas, el bar Autobuses nos dejó la imagen de aquellos jamones colgados de los que luego saldrían los bocadillos que tanto viajeros como habituales clientes se echarían al coleto, a ser posible, acompañados de la correspondiente 'chopera'. Y no olvidemos las croquetas que dieron fama al local y que encandilaron a la heterogénea parroquia del bar: viajeros -de ida y de llegada-, más viajeros -los de la estación del tren Vasco-Navarro hasta su desmantelamiento-, chóferes, taxistas, gentes de los pueblos de Álava y provincias colindantes, espectadores de la función del cine Iradier -también desaparecido- además del fiel vecindario poteador. Tras treinta años en la calle Francia, Luis Mari Puelles continuó trabajando con gran éxito hasta su jubilación pero esta vez en su 'rincón', El Rincón de Luis Mari de la calle Rioja.

La vieja estación de autobuses cesó en su funcionamiento en 1993. Posteriormente, su interior fue demolido. La fachada, diseñada por Antonio Querejeta y Julio González se mantuvo en pie, aunque muy deteriorada. Hubo voces que solicitaron su conservación como recuerdo de un edificio que fue símbolo de Vitoria para muchos viajeros. En 1998 se derribó lo que quedaba en pie finalizando así una larga, penosa y lamentable agonía.

La estación y su bar convivieron durante más de cuarenta años. Juntos echaron a andar y juntos pasaron a formar parte del recuerdo.

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